Vicepresidencia y Ministerio de la presidencia
Colección Informe Nº 16
SUMARIO

Los Reyes en América

3. VENEZUELA - GUATEMALA - HONDURAS - EL SALVADOR - COSTA RICA - PANAMÁ

LOS REYES EN COSTA RICA

15 y 16 de septiembre de 1977

Costa Rica ha cristalizado como ejemplo de sociedad democrática, como reflejo de bienestar general, como manifestación del recto ejercicio de la justicia social España se enorgullece de haber contribuido, de alguna manera, a inspirar esta conciencia y estos ideales

El Rey, en San José de Costa Rica

Tiene Costa Rica 50.900 kilómetros cuadrados atravesados por tres cordilleras volcánicas. Su clima es tropical, con lluvias copiosas. El territorio limita al Norte con Nicaragua y al Este con Panamá, bañando sus costas el Caribe y el Pacífico.

La mayoría de sus dos millones de habitantes pueblan la meseta central. Su capital es San José (218.000 habitantes), siendo otros centros urbanos importantes Alajuela, Limón, Puntarenas, Cartago. La población urbana representa el 40,6 por 100 de la total, alcanzando un alto nivel de alfabetización: 95,7 por 100. Las tierras son ricas en café, bananas y cacao, además de las ocupadas por grandes extensiones de zonas boscosas, soporte de una riqueza maderera en constante explotación.

Descubierta por Colón, se sucedieron diversas expediciones hasta incorporarse a la Capitanía General de Guatemala hasta su independencia incruenta en 1821. Unida al Imperio mejicano de Itúrbide, formó más tarde parte de las Provincias Unidas del Centro de América, de las que se separó en 1848.

En la actualidad rige la Constitución de 1949. El Jefe del Estado es hasta 1978 Daniel Oduber. El país está dividido en siete provincias, gobernadas por ciudadanos elegidos por sufragio popular. Es un pueblo con gran formación democrática y alto nivel cultural. Constitucional mente carece de Ejército.

EL REY, EN LA INAUGURACIÓN DE LA CASA DE ESPAÑA

San José de Costa Rica
15 de septiembre de 1977

Señor Presidente de la Asociación Española de Beneficencia:

La Reina y yo os agradecemos las cálidas palabras de bienvenida que acabáis de pronunciar. El motivo de esta reunión es para nosotros causa de particular y viva satisfacción.

Desde hoy, los españoles de San José, gracias a su firme voluntad, a su tesón y a la colaboración de su Gobierno, contarán con una nueva Casa de España.

Me consta que la obra y la importancia del esfuerzo que hay detrás de ella es digna de la mayor alabanza. Al ser esta colectividad reducida en número, el mérito de la tarea que hoy culmina con esta inauguración resulta merecedora de público reconocimiento.

Es mi firme deseo que esta Casa sea un fiel reflejo de la España de nuestro tiempo y que, en ella, os encontréis como en cualquier rincón de nuestra Patria. Es importante que todos los centros españoles en el exterior constituyan lugares de diálogo y entendimiento, en los que cada uno participe con su opinión y su decidido empeño de colaboración.

Os felicito muy cordialmente por la brillante ejecutoria de vuestros quehaceres y actividades, y por la fecunda tarea llevada a cabo por esta Asociación Española de Beneficencia, que cuenta ya con un siglo de existencia, así como por la extraordinaria contribución que prestáis al engrandecimiento y prosperidad de esta ilustre Nación, tan íntimamente unida a España por lazos indestructibles.

En el día de hoy, 15 de septiembre de 1977, declaro oficialmente inaugurada la Casa de España en San José de Costa Rica.

EL PRESIDENTE DE COSTA RICA, EN LA CENA OFRECIDA A LOS REYES DE ESPAÑA

Teatro Nacional de San José
15 de septiembre de 1977

Majestades:

Desde hace cuatro siglos y medio os esperamos.

Un puñado de familias llegó al país y nos habló de los reyes de España, nos trajeron sus semillas, nos trajeron su espíritu, nos trajeron sus valores. Nuestra selva era inmensa y apenas si la habíamos tocado. Pocas gentes vivían en nuestro territorio, y al llegar los españoles, cada hombre, cada mujer y cada niño tuvo que hacer su trabajo. No había metales preciosos. Los que llegaron a nuestras montañas hace cuatro siglos y medio tuvieron que trabajar arduamente la tierra para subsistir.

Poco a poco fuimos formándonos, con estricto apego a lo que nos trajeron de España. Nos llegaban noticias de que éramos parte de un virreinato lejano en México. Se nos dijo que éramos la frontera con otro virreinato lejano, el de Nueva Granada. Se nos habló de la Capitanía General de Guatemala y del obispado de León de Nicaragua. Llegó el primer gobernador a lomo de mula, a hablarnos otra vez de los reyes de España. Para poder sobrevivir él y todas las autoridades tuvieron también que trabajar la tierra. Para poder conocer a los costarricenses, el gobernador tuvo que hacer edictos obligándolos a salir de sus rústicas viviendas en la montaña y trasladarse a las aldeas, por lo menos una vez al mes, a oír misa. No tenían ni la ropa apropiada para asistir a los oficios. Sembraban y vivían aislados, haciendo una pequeña abra en los montes, donde en una generación apenas si podían construir su casa. Pero hablaban castellano, rezaban a un Dios cristiano y respetaban a los reyes de España. No hubo grandes ciudades. No hubo grandes palacios. No hubo grandes haciendas. Todo era pequeño, austero y digno en la pobreza, pero ejemplar e inmenso en el trabajo. Y cada costarricense era señor en su tierra, por pequeña y pobre que fuera su parcela. De un lado al otro de cada seto se respetaba al vecino y se les prestaba atención. Cada uno en su casa, decían, y Dios en la de todos. A los tres siglos ya habíamos andado por todo el valle Central, y empezábamos a salir de él superando las cordilleras. Formábamos una comunidad de cincuenta mil labradores.

Un día, hace hoy ciento cincuenta y seis años, nos llegó la noticia de que éramos independientes de España. Pero seguimos trabajando la tierra, seguimos rezando al Dios cristiano y seguimos hablando castellano. Y a nuestros antepasados, campesinos sencillos, les seguían inspirando cariño España y sus reyes.

Crecimos, fundamos tenazmente una democracia de gente sencilla. Nos guiaba el ejemplo de ese ilustre salmantino, Alcalde Mayor primero, Gobernador después, y más tarde, Adelantado Perpetuo de Costa Rica, don Juan Vázquez de Coronado, fundador de nuestra nacionalidad. Vino a establecer, según él mismo decía, «una república de españoles y naturales». Y ese sentido democrático de su misión lo amplió con el trato justo, humanitario, prudente, pacificador. Su mejor legado es la vocación de los costarricenses por la causa de los derechos humanos.

El año en que yo nací, a cien años de la Independencia, ya nos sentíamos ufanos de ser quinientos mil costarricenses. No habíamos cambiado mucho. Seguíamos siendo pobres, trabajadores y viviendo intensamente en cada pequeño pueblo los grandes valores de nuestra tierra, majestades. Se ensanchó el país; la comunicación se hizo más fácil; llegaron inmigrantes; empezamos a participar creativamente en la comunidad de países. Más y más se leía. Se democratizaba la cultura, se abrían universidades. Ante todo, cada vez con mayor vigor, en el alma nacional se reafirmaban los valores superiores que España nos legó hace cuatro siglos y medio.

Ante vosotros, majestades, en vuestra casa, junto a vuestra mesa, hace poco más de un año, os conté la historia de Costa Rica. Os hablé de nuestro campesino, de nuestra democracia, de nuestro espíritu y de cómo os esperábamos emocionados. También os hablé de la confianza que poníamos en los reyes de España. Hoy aquí, en nuestra casa, junto a nuestra mesa, en nombre de todos los que en el país vivimos, os agradezco vuestra visita y os agradezco que en pro del bienestar general y en tan poco tiempo, hayáis devuelto a España su tradición de derechos humanos, de libertad y de dignidad con la que crecimos y que vivimos.

Nos sentimos conmovidos de poder ofrecer a vuestras majestades un país del que estamos orgullosos. Un país que mostramos a todos para que vean lo que hemos logrado hacer en cuatro siglos y medio, desde que llegaron a nuestras montañas un puñado de familias españolas a traernos, junto con sus semillas, su temple, su civilización y sus valores. Gracias por venir a estar con nosotros unas horas. En adelante, cuando habléis en el mundo en nombre de millones de hispanoamericanos, podréis decir que en un pequeño rincón de la gran España se mantienen incólumes los valores heredados, cada vez más enriquecidos, cada vez más fuertes ante el embate de los siglos y de las fuerzas que pretendieron que los cambiáramos.

Desde hace cuatro siglos y medio, majestades, os esperamos.

¡Bienvenidos a casa!

EL REY, EN LA CENA OFRECIDA POR EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA

Teatro Nacional de San José
15 de septiembre de 1977

Señor Presidente:

Vuestras palabras, en el marco escénico de esta joya de la arquitectura teatral, nos han deparado una bienvenida que nos ha emocionado. Desde que llegamos al aeropuerto Juan Santamaría —que lleva el nombre de ese héroe vuestro, que supo «la tosca herramienta en armas trocar»— nos hemos visto desbordados por las atenciones que nos dispensáis. La Reina y yo os agradecemos vivamente tan grata y generosa acogida.

Con este espléndido Teatro Nacional como telón de fondo, quisiera esta noche rendir mi homenaje encostarricense. Como Rey de otro pueblo que ha sacendido a este símbolo de civismo que es el pueblo bido encontrar su camino hacia las libertades públicas por la vía pacífica de una evolución sin traumas, vengo a expresar nuestra admiración por la estabilidad democrática e institucional de esta República fraterna, por la mesura cotidiana de que hacen gala sus ciudadanos, por sus niveles de comportamiento y cordura.

Resulta significativo que, en una estrofa de vuestro himno patrio, se ensalcen el trabajo y la paz; pero más admirable es que, efectivamente, la paz y el trabajo hayan tomado carta de naturaleza en el espíritu y en las costumbres de toda la población. Así Costa Rica ha cristalizado como ejemplo de sociedad democrática, como reflejo de bienestar general, como manifestación del recto ejercicio de la justicia social. No es casualidad, sino lógica consecuencia de la Historia, que haya sido en San José donde fuera firmada, en 1969, la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

España se enorgullece de haber contribuido, de alguna manera, a inspirar esta conciencia y estos ideales. Permitidme que, en respaldo de tal afirmación, traiga a vuestra memoria tan sólo dos momentos históricos: El que señala la fecha de 1564, en que Juan Vázquez de Coronado inicia su larga labor de gobierno, con su ejemplar personalidad de nobles virtudes, de recta austeridad, de respeto al Derecho y de amor a la paz. Vázquez de Coronado fue un claro exponente de la más plena dedicación y del más generoso desinterés, sacrificando todo su peculio personal en aras de su misión de gobernar y pacificar las provincias de Nueva Cartago y Costa Rica.

Un segundo momento nos lleva a recordar el año 1890, cuando el doctor Fernández Ferraz viaja a España, comisionado por vuestro Gobierno, para regresar luego a Costa Rica, con un numeroso grupo de maestros españoles. Por el acierto de su gestión, Fernández Ferraz fue declarado oficialmente «Benemérito de la Patria» y tengo entendido que ha sido el único no costarricense —ya que no extranjero, puesto que ningún español lo es en esta tierra— que tuvo el honor de recibir aquel galardón. Es un ejemplo que nos honra a todos; a los españoles que vinieron a dar lo mejor que tenían: su saber; y a vuestros inmediatos antepasados que, sin falsos patriotismos, les llamaron y supieron acogerles como hermanos.

Señor Presidente:

He traído a colación dos momentos históricos, entresacados de nuestra larga e íntima convivencia pacífica, porque creo que ejemplarizan, con grandeza de espíritu y sin retórica, el sentido profundo y constructivo de lo que deben ser las relaciones en el seno de nuestra fraternidad. Importa emular las virtudes morales de aquellas personalidades destacadas que surjan en nuestro medio. Debemos compartir la ciencia y el saber que hoy atesoramos en dispersión. Tenemos que encontrar juntos las fórmulas que nos permitan orientarnos hacia esa cooperación y hacia ese entendimiento que todos deseamos.

Recorramos ese camino, señor Presidente, con el esfuerzo de todos, para alcanzar la paz y la prosperidad de nuestros países.

EL REY, CON LOS ESPAÑOLES RESIDENTES EN COSTA RICA

Club Campestre Español de San José
16 de septiembre de 1977

Señor Presidente del Club Campestre Español, Españoles residentes en Costa Rica:

Entre los muy gratos y emotivos momentos que estamos viviendo en esta visita a Costa Rica, uno de los más emocionantes y más gratos a nuestro ánimo es este que la Reina y yo compartimos con vosotros. Hubiéramos querido disponer de más tiempo para haber departido con todos y cada uno de vosotros. Las exigencias de un programa necesariamente apretado lo impiden.

Pero, antes de irnos, hemos querido venir a deciros que conocemos vuestro patriotismo y la abnegada y eficaz labor que realizáis. En esta hermosa y entrañable nación costarricense, a miles de kilómetros de la tierra que os vio nacer, sabemos que estáis llevando a cabo, en los más diversos campos, una tarea meritoria que redunda en beneficio de ésta vuestra segunda patria.

En todo momento habéis hecho honor a vuestra calidad de españoles. Habéis sido unos magníficos emisarios de los valores y virtudes de nuestro pueblo. Quisiera alentaros a que sigáis con esa ejemplar conducta, que vuestros Reyes conocen, valoran y agradecen.

¡Españoles de Costa Rica!

¡Viva España!

EL REY, EN EL ALMUERZO DE DESPEDIDA OFRECIDO AL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA Y SEÑORA DE ODUBER

Embajada de España
16 de septiembre de 1977

Señor Presidente:

En el año 1930, un ilustre compatriota vuestro, don Ricardo Fernández Guardia, le decía a otro ilustre costarricense, don Mario Sancho, que se aprestaba por primera vez a visitar España, que «en esa hermosa y amada tierra, la hospitalidad no es una palabra vana». Hoy, casi medio siglo después, podemos, con toda justicia, devolveros la frase y deciros que, en esta entrañable y querida tierra de Costa Rica, la hospitalidad no es tampoco una palabra vana, sino, como el propio Mario Sancho escribía, refiriéndose a la de España, «cosa real, cálida y alegre, como el sol».

Mucho nos habían hablado de la cordialidad e hidalguía del pueblo costarricense. Pero hemos de confesaros que la realidad ha superado todas nuestras expectativas.

La gratitud —dijo un profesor español— es la memoria del corazón. Nosotros podemos aseguraros que, ni la Reina ni yo, olvidaremos jamás estas horas, más breves de lo que hubiéramos deseado, en que hemos convivido y disfrutado de la hospitalidad y cordialidad del pueblo de Costa Rica; horas en que nos habéis colmado de atenciones y de sinceras muestras de cariño, que entendemos no sólo van dirigidas hacia nuestras personas sino también hacia España, por lo que os las agradecemos doblemente.

No podremos olvidar tampoco, y considero oportuno recordarlo, cuando aún está viva la emoción del reencuentro con otro país hermano, que en momentos decisivos os habéis ofrecido para representar nuestros intereses en él. España aceptó entonces vuestro ofrecimiento, segura de que habríais de cumplir, a través de vuestra Embajada, tan delicada tarea, como lo habéis hecho, con la mayor eficacia y dignidad.

Señor Presidente:

Las conversaciones que hemos mantenido en estos días habrán de concretarse en el eficaz y promisorio trabajo de nuestros Gobiernos. Estoy seguro que, a través del entendimiento que siempre ha presidido nuestras relaciones, lograremos un futuro de plena identidad de objetivos y de estrecha cooperación en todos los ámbitos, para mutuo beneficio de Costa Rica y España.

Al acercarse el momento de la partida, quisiera encontrar las palabras adecuadas para expresaros todo nuestro reconocimiento por las inolvidables atenciones que nos habéis dispensado. Nuestro agradecimiento se extiende al pueblo de Costa Rica, por la cordialidad y el calor con que nos ha recibido.

Recordando vuestra visita a España —la primera que nos hiciera un Jefe de Estado, después de nuestra subida al Trono—, permitidme que os convoque a renovarla oficialmente, con el fin de reanudar nuestro fraternal diálogo en breve.

Por último, señor Presidente, quisiera brindar por la serena prosperidad y grandeza de Costa Rica, por la felicidad continuada de su pueblo y por vuestra dicha personal y de vuestra encantadora esposa.

COMUNICADO CONJUNTO HISPANO-COSTARRICENSE

Aceptando la amable invitación que le dirigiera el excelentísimo señor presidente de la República, don Daniel Oduber Quirós, Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I de España, en compañía de Su Majestad la Reina Doña Sofía, visitó oficialmente Costa Rica los días 15 y 16 del presente mes de septiembre.

Durante su estancia, Sus Majestades los Reyes cumplieron un intenso programa que incluyó su presencia en el acto conmemorativo de la independencia de Costa Rica y la colocación de una ofrenda floral ante el monumento a los Héroes Nacionales. Los Reyes honraron también con su presencia la nueva Casa de España en San José y el Club Campestre Español.

En las conversaciones que celebraron ambos Jefes de Estado, se abordaron todos los temas que interesan a las relaciones bilaterales entre los dos países con la cordialidad y comprensión que tradicionalmente han presidido los contactos entre España y la República de Costa Rica.

El Presidente de la República de Costa Rica y el Rey de España, así como sus respectivos ministros de Relaciones Exteriores y de Asuntos Exteriores, reconocieron, profundamente complacidos, la existencia de una comunidad de pueblos iberoamericanos, enraizada en la historia, cuya virtualización y potenciación constituye una aspiración profunda y esperanzadora del pueblo costarricense y del pueblo español.

Su Majestad el Rey de España expresó que la Corona, al asumir el legado histórico que da origen a esa Comunidad de Pueblos Iberoamericanos y la proyección de la constante de la política exterior española que en él se fundamenta, lo hace bajo el signo de modernidad que el espíritu y las necesidades del día exigen, declarando su fe en la importancia de la cooperación en todos los órdenes, en una más equitativa correlación de los términos de intercambio del comercio internacional y en una fluida y generosa transferencia de tecnología.

El Presidente de la República de Costa Rica y el Rey de España estuvieron igualmente de acuerdo en subrayar complacidos que las excelentes relaciones, felizmente existentes entre Costa Rica y España, se basan en el respeto a los principios del Derecho Internacional consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y muy especialmente a los que se refieren a la igualdad soberana de los Estados, su integridad territorial, la renuncia a la fuerza, la no injerencia en los asunos internos, la solución pacífica de las controversias y el cumplimiento de los Tratados.

Igualmente coincidieron en señalar que la libertad de los pueblos para elegir su sistema político, económico y social es condición esencial para una mejor y más armónica convivencia internacional. En esta línea, convinieron también en señalar su firme condena de los residuos de colonialismo, dominación o cualquier tipo de discriminación aún vigentes cuya desaparición favorecería en gran medida la justicia y bienestar de todos los pueblos que integran la Comunidad Internacional.

Con respecto a los derechos humanos, ambos Jefes de Estado se congratularon de los esfuerzos que para su efectiva protección se vienen desplegando en los distintos foros internacionales y estuvieron de acuerdo en la conveniencia de ampliar su concepto, extendiéndolo a las diversas formas de explotación económica que son hoy todavía práctica habitual.

El Presidente de la República de Costa Rica y el Rey de España destacaron también que es de suma importancia que prosiga el diálogo en el seno de la Conferencia de Cooperación Económica Internacional, con el fin de lograr la reestructuración de las relaciones económicas, como medio de lograr la deseada implantación de un nuevo orden económico internacional.

Ambas Partes se felicitaron por el buen éxito de las negociaciones sobre el Canal de Panamá y la forma en que éstas acaban de culminar en el Tratado firmado en Washington el 7 de septiembre de 1977 entre la República de Panamá y los Estados Unidos de América. Los dos Jefes de Estado coincidieron en que la solución concertada a que se ha llegado constituye un modelo de entendimiento pacífico y amistoso que los dos países interesados ofrecen como ejemplo a la sociedad internacional.

En el ámbito de las relaciones interamericanas, el Presidente de la República de Costa Rica expuso una opinión favorable a su desarrollo. Señaló que en la Organización de los Estados Americanos tienen asiento, con igualdad jurídica y sin derecho de veto para ningún miembro, desde los Estados más grandes hasta los más pequeños del Hemisferio. Pero advirtió que ello no significa que los intereses de todos los Estados sean los mismos, ni siquiera coincidentes. Porque aun cuando reconoce que hay muchas cosas que los unen, no pueden ser iguales, ni siempre coincidentes. Los intereses vitales de veintiséis Estados pequeños y medianos que aún luchan por salir del subdesarrollo con los de la primera potencia mundial. Sin embargo, el Presidente expresó con convencimiento de que estas diferencias de intereses no excluye la posibilidad de su armonización. Ello es posible si se comprende que la garantía de paz y seguridad en el Continente no puede fundarse permanentemente en conceptos de estrategia militar ni en dogmatismos ideológicos. Para lograrlos, es necesario buscar las causas profundas del descontento de los pueblos latinoamericanos, que se encuentran en la miseria, en la ignorancia, en la insalubridad, en el trabajo mal remunerado y en el deterioro constante de los términos del intercambio en perjuicio de los países en desarrollo de nuestra América. La cooperación económico-social efectiva, más que ninguna otra, puede ser la solución a esos problemas. Y como esa cooperación económico-social gira en torno al binomio Estados Unidos-Latinoamérica, es necesario llegar a un acuerdo sobre la forma y condiciones en que debe prestarse. Eso es más importante que cualquier esquema teórico de reestructuración de la Organización de Estados Americanos.

Su Majestad el Rey, por su parte, hizo referencia a los «principios rectores» y «ejes conceptuales» que sirven de marco a la política exterior iberoamericana del Gobierno español y puso de manifiesto las realizaciones que se han logrado en el plano de la cooperación laboral, científica, cultural y técnica; no dejando de mencionar la significativa incorporación de España al Banco Interamericano de Desarrollo.

Los dos Jefes de Estado constataron también que la tradicional representatividad del sistema político costarricense y la evolución democrática de España han abierto unos cauces de comprensión y entendimientos mutuos que ambas partes consideraron conveniente fomentar en beneficio recíproco y de la Comunidad de la que forman parte.

Tanto el Presidente de la República de Costa Rica como Su Majestad el Rey se felicitaron por el notable incremento de las relaciones de cooperación técnica entre ambos países y constataron con especial satisfacción el fructífero desarrollo de los programas de asesoramiento al Instituto Nacional de Aprendizaje de Costa Rica, a la Caja Costarricense de Seguro Social, al Instituto Mixto de Acción Social y al Centro de Investigación, Formación y Perfeccionamiento del Profesorado de Educación Técnica del Ministerio de Educación Pública de Costa Rica. Estos programas desarrollados por expertos del Ministerio de Trabajo de España y completados con la realización de cursillos de especialización en España para técnicos costarricenses, constituyen una importante aportación del Gobierno español al desarrollo industrial de Costa Rica.

El Ministro de Relaciones Exteriores de Costa Rica y el Ministro español de Asuntos Exteriores procedieron a la firma del Acuerdo complementario que prorroga la Asistencia Técnica al Instituto Nacional de Aprendizaje y a la creación y desarrollo del Centro de Investigación y Perfeccionamiento para la Educación Técnica.

Ambas Partes han mostrado su complacencia por el incremento recíproco de los intercambios comerciales reafirmando su común propósito de potenciar al máximo la cooperación económica entre ambos países haciendo especial hincapié en aquellos proyectos que más pueden contribuir al acelerado desarrollo económico-social de Costa Rica y en los que España, con su tecnología y medios financieros, está decidida a participar.

Finalmente, Su Majestad el Rey mostró su agradecimiento por la cordial hospitalidad y las numerosas pruebas de afecto dispensadas a la Reina y a él durante su estancia en Costa Rica y formuló al Presidente de la República, don Daniel Oduber Quirós, una invitación para que visite oficialmente España, que aceptó complacido.

Addendum al comunicado conjunto hispano-costarricense

Con ocasión de las conversaciones celebradas entre los Jefes de Estado y los Ministros de ambos países, con posterioridad a la firma del Comunicado Conjunto, se convino en centrar los esfuerzos en los siguientes temas:

Ambas Partes han constatado con satisfacción el éxito alcanzado a través de la cooperación hispano-costarricense en la instalación de una red de Televisión educativa de ámbito nacional, cuya inauguración ha tenido lugar en el día de hoy. En relación con este mismo tema se han alcanzado notables logros y progresos en la cooperación cultural educativa, mediante la aportación de material técnico especializado, libros de texto y desarrollo de programas de asistencia técnica.

El inicio de la cooperación entre ambas Partes, para el aprovechamiento de los recursos marinos, abre grandes posibilidades, tanto en la vertiente de la colaboración en materia de pesca, que ya se ha empezado a concretar mediante la creación de empresas conjuntas hispano-costarricenses, como a través de la participación de la industria española de construcción naval en el desarrollo de la flota pesquera costarricense y en el suministro de las unidades necesarias para la vigilancia de las aguas bajo su jurisdicción.

La conveniencia de establecer relaciones permanentes de cooperación en materia de transportes aéreos ha llevado a ambas Partes a decidir la pronta iniciación de conversaciones conducentes a la conclusión de un Acuerdo de Navegación Aérea.

Igualmente se ha examinado con satisfacción la posible cooperación entre ambos países mediante el suministro de aviones españoles con destino a las Líneas Aéreas Costarricenses.

La participación española en el desarrollo de la industria azucarera costarricense, sector en el que ya se han presentado ofertas por parte de empresas españolas para la construcción de ingenios azucareros, podrá alcanzar resultados satisfactorios en breve plazo.

El desarrollo del sistema ferroviario costarricense ofrece evidentes posibilidades para la colaboración de la industria española, mediante su aportación tecnológica, de formación profesional y material y equipos especializados.

En San José de Costa Rica a los dieciséis días del mes de septiembre de mil novecientos setenta y siete.

TRATADOS Y CONVENIOS ENTRE COSTA RICA Y ESPAÑA


  1. Tratado de Reconocimiento, Paz y Amistad
    10 de mayo de 1850
  2. Tratado de Paz y Amistad
    9 de enero de 1953, ratificado por Instrumento de 21 de enero de 1954
  3. Convenio de Doble Nacionalidad
    4 de junio de 1965
  4. Convenio de Cooperación Social
    15 de abril de 1966, ratificado por Instrumento de 17 de noviembre de 1966
  5. Convenio de Cooperación Técnica
    6 de noviembre de 1971
  6. Convenio de Cooperación Económica
    29 de agosto de 1972
  7. Acuerdo complementario que prorroga la Asistencia Técnica al Instituto Nacional de Aprendizaje y a la creación y desarrollo del Centro de Investigación y Perfeccionamiento para la Educación Técnica
    16 de septiembre de 1977

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