Entre noviembre de 1911 y octubre de 1912 permanece en París. Se incorpora al Partido Reformista y, en febrero de 1913, se convierte en secretario del Ateneo de Madrid, cargo que ejerce hasta 1920. Firma el manifiesto de la Liga de Educación Política Española.

Durante la Primera Guerra Mundial, Azaña es un firme defensor de la causa aliada. Visita el frente de guerra en tres ocasiones. Publica su primer libro Estudios de política francesa contemporánea. La política militar (1919).

A fines de 1919 viaja París, junto a su buen amigo Cipriano de Rivas. A su regreso, fundan juntos La Pluma. En 1923 dirige la revista España.

Fracasada su candidatura a diputado por Puente del Arzobispo en 1918 y 1923, tras el golpe de Estado de septiembre de 1923 manifiesta su rechazo a la dictadura de Primo de Rivera y en 1924 escribe Apelación a la República, en donde declara incompatible la monarquía con el verdadero liberalismo, que es esencialmente democrático, y participa en la creación de Acción Republicana en 1925.

En 1926 recibe el Premio Nacional de Literatura por su Vida de don Juan Valera. En 1927 aparece El jardín de los frailes. Durante este periodo, Azaña, que domina el francés y el inglés, traduce numerosas obras (La Biblia en España de Borrow, Memorias de Voltaire, La esfera y la cruz de Chesterton o la Antología Negra de Cendrars).

En 1929 se casa con Dolores de Rivas Cherif, hermana de Cipriano.

En junio de 1930 es elegido presidente del Ateneo de Madrid. Publica su obra de teatro La corona, que se estrenará en diciembre de 1931 en Barcelona, ya con Azaña convertido en presidente del Gobierno.

Palabras de Azaña

Sobre Democracia y República:

En esencia hay dos métodos para gobernar a un pueblo: el absolutismo irresponsable, verdadero "Antiguo Régimen", o sea el que precedió en la Europa continental a la Revolución francesa, y el liberalismo organizado en democracia, por la instauración del cual se ha pugnado en España, más de un siglo, sin lograr su triunfo completo.

Nuestra salvación reclama un régimen acorde con el sentido humano de la vida: el liberalismo y las garantías de la democracia.

El liberalismo reclama para existir la democracia […] Democracia quiere decir que los hombres libres defienden, ejercen, garantizan por sí mismos su propia libertad. Y si no lo hacen no son libres, aunque sean liberales.

Si a quien se le da el voto no se le da la escuela, padece una estafa. La democracia es fundamentalmente un avivador de la cultura.

Éstos son los sillares de nuestra política: sufragio universal, Parlamento, prensa libre.

Manuel Azaña, Apelación a la República, 1924.

Oponemos al pretendido asentimiento táctico esta declaración principal: somos republicanos. Sostenemos que la instauración de la República en España no vendrá sólo a colmar los designios de la democracia pura, sino que, además, abrirá el camino, hoy cerrado por los poderes históricos, al gobierno justo, razonable, humano, que cumple a los pueblos libres.

Afirmamos que en España el problema político primero consiste en mudar de instituciones.

La República también nos permitirá convivir mejor con las democracias del mundo.

Manifiesto de Acción Republicana. Madrid, mayo de 1925.

Todos cabemos en la República, a nadie se proscribe por sus ideas; pero la República será republicana, es decir, pensada y gobernada por los republicanos, nuevos o viejos, que todos admiten la doctrina que funda el Estado en la libertad de conciencia, en la igualdad ante la ley, en la discusión libre, en el predominio de la voluntad de la mayoría, libremente expresada. La República será democrática, o no será.

Venimos al encuentro del país, no como estériles agitadores, sino como gobernantes; no para subvertir el orden, sino para restaurarlo […] Tenemos conciencia de nuestra responsabilidad y de las dificultades que nos aguardan y estamos resueltos a afrontarlas, sin escatimar ningún sacrificio.

Nosotros no podemos rematar estas declaraciones poniéndoles como conclusión la promesa de una era de felicidad, de ventura y de grandeza. La libertad no hace felices a los hombres; los hace simplemente hombres.

La revolución en marcha. Alocución en el mitin republicano de la Plaza de Toros. Madrid, 28 de septiembre de 1930.

Sobre el sufragio femenino:

Es argumento especioso el de la impreparación de la mujer para las cuestiones políticas.

Lo mismo podría decirse de los varones […] Lo que nosotros afirmamos es que no hay razón para tratar desigualmente a los dos sexos en esa función sencillísima de votar […] Todo el que vota, hombre, o mujer, sabe muy bien lo que quiere, y el sentido de su voto […] Y es una injusticia argumentar con la inclinación conservadora del sexo femenino, que pondría en peligro la libertad […] aunque del sufragio universal femenino hubiera de resultar un refuerzo del conservadurismo, no sería eso motivo racional para rehusarles su derecho […]. Lo chusco sería que las mujeres defendiesen mañana lo que han dejado perder los hombres.

Doña fulana de tal ¡Vota! España, 22 de marzo de 1924