Vicepresidencia y Ministerio de la presidencia
Colección Informe Nº 21
SUMARIO

Un nuevo horizonte para España

4. SOBRE EL TERRORISMO

Mensaje del 29 de enero de 1977

Deseo, sin embargo, que quede una cosa muy clara: de entreguismo a la subversión, nada; de actitudes tibias hacia las provocaciones, nada; de despreocuparnos ante los grandes temas que puedan rozar la unidad, la independencia o la seguridad de la Patria, nada

Señoras, señores:

Jamás pensé que la tarea que se propone realizar el pueblo español, y consiguientemente su Gobierno y todas las fuerzas políticas, pudiera ser fácil o exenta de peligros. Un mes y medio después de que ustedes hayan decidido con su voto, libremente emitido, su destino como nación, me veo en el deber de comparecer ante ustedes para comunicarles cuál es la actitud del Gobierno ante unos actos criminales, cuya gravedad no quiero ocultar porque, en definitiva, se proponen anular la voz de nuestra sociedad. Somos conscientes de la importancia del desafío. Se trata de hacer inviable nuestro camino hacia una convivencia civilizada. Y se trata de la acción de pequeños grupos, totalmente marginados, pero profesionales del crimen.

Hemos de reconocer, en primer lugar, que este fenómeno no es de aquí ni de ahora. Lo demuestra el esfuerzo de todos los Gobiernos para erradicar el terrorismo en los últimos tiempos, que culminó en la Convención Antiterrorista Europea, firmada en Estrasburgo anteayer por los países que integran el Consejo de Europa. Ante ello no sólo se impone la cooperación internacional, sino también, a nivel interno, la necesidad de dotar a las Fuerzas de Orden Público de nuevos medios técnicos y materiales idóneos para la más eficaz prevención y eliminación de este peligro. A ese espíritu responden las últimas medidas acordadas por el Gobierno.

Pero si los medios técnicos son importantes para luchar contra este nuevo fenómeno de la guerrilla urbana, no es menos cierto que las definitivas soluciones dependen del espíritu con que toda la sociedad quiera responder. ¿Creen ustedes que estos criminales atentados se hubiesen realizado si quienes los ejecutan contasen con un mínimo consenso de los españoles? Evidentemente, no; se trata de una prueba de debilidad, de un desesperado recurso a la violencia.

¿Y cuáles son los objetivos que tratan de alcanzar estos grupos profesionales del terror?

En esta situación tenemos que hacernos, necesariamente, una pregunta: ¿Cómo podrían conseguir más fácilmente estos objetivos?

En primer lugar, si consiguen que nosotros, el Gobierno, perdamos los nervios en la búsqueda de soluciones más espectaculares que eficaces, o adoptando medidas encaminadas a obtener un fácil e inmediato aplauso.

También los conseguirán si ustedes se atemorizan, si se dejan manejar consciente o inconscientemente en beneficio de las intenciones extremistas.

Si consiguen hacerles creer que se han equivocado al aprobar la reforma política.

Si ustedes llegan a pensar que estos problemas se pueden evitar con rapidez y facilidad por la simple utilización de medios represivos.

En nombre del Gobierno quiero decirles que no existen medidas milagrosas que resuelvan inmediatamente estos problemas. Es duro y difícil decirlo, pero a pesar de todo, repito, no hay medidas infalibles que puedan garantizar que estos hechos no se produzcan. No podemos afirmar que tenemos la solución inmediata, sencillamente porque no existe, pero también porque no queremos ni podemos engañar al pueblo español. Y esa misma sinceridad nos hace reconocer que no estamos ante un problema de autoridad, porque allí donde hay un criminal dispuesto a matar existe la posibilidad de que se cometa un crimen.

Deseo, sin embargo, que quede una cosa muy clara: de entreguismo a la subversión, nada; de actitudes tibias hacia las provocaciones, nada; de despreocuparnos ante los grandes temas que puedan rozar la unidad, la independencia o la seguridad de la Patria, nada. Pero, en cambio, sí decimos que de actitud y predisposición al diálogo pacífico, todo; de abrir el juego político para normalizar la vida ciudadana, todo; del reconocimiento a la peculiaridad y personalidad de las regiones, todo; de hacer posible que las diversas opciones políticas puedan desarrollar sus legítimas aspiraciones al poder, absolutamente todo.

Esta es nuestra actitud y éstos son nuestros propósitos. Frente a las actividades terroristas no existen más acciones que las aplicadas por el Gobierno y las que realizan las Fuerzas del Orden Público. Se está trabajando intensamente y con dureza en la prevención e investigación de los atentados.

Sé que todos ustedes están pidiendo soluciones urgentes. Pero si es cierto que no bastan, como he dicho, los métodos represivos, también lo es que debemos aprestarnos, colectivamente, a las respuestas sociales; a demostrar el valor que siempre hemos tenido los españoles para hacer una vida normal cuando los momentos son difíciles.

Por ello:

Si ustedes están dispuestos a no dejarse intimidar por estos sucesos criminales;

Si ustedes, pueblo de España, señoras y señores, siguen queriendo, como así lo han expresado, que se celebren unas elecciones para que el futuro ya inmediato de nuestro país sea gobernado por sus auténticos representantes;

Si los partidos políticos son, como evidencian, conscientes de que estamos ante un ataque al Estado y, por tanto, a la derecha, a la izquierda y al centro;

Si los medios de comunicación social son igualmente conscientes —como lo han demostrado— de que nos hallamos ante un ataque a la totalidad del pueblo español;

Si todos ustedes son conscientes de que estas acciones buscan romper la tranquilidad social y la confianza de los ciudadanos en sus instituciones;

Si ustedes, en definitiva, son conscientes de todo esto, yo Ies aseguro que el terrorismo será desplazado, que España seguirá su camino hacia el futuro con orden y libertad, aunque a veces con dolor, y que el Gobierno llevará adelante su programa, que es el de ustedes.

Acepto, como es lógico y con orgullo, la plena responsabilidad por las decisiones que adopto; no buscamos otro objetivo que servir a la totalidad del pueblo español, conjugando autoridad y libertades políticas; ni ahora ni nunca hemos tratado de actuar en función de intereses personales, sino, exclusivamente, al servicio de lo más altos intereses de la Nación y de la Monarquía en una democracia plena.

Nos encontramos frente a dificultades y problemas y no lo negamos; pero no nos asustan ni nos harán torcer nuestro rumbo, porque sentimos la confianza que nos dan nuestras Fuerzas Armadas, garantía del orden institucional; porque sabemos que a las Fuerzas de Orden Público no les va a faltar el aliento y el respaldo de los hombres y mujeres cuya defensa les está encomendada y porque nos estimula el patriotismo demostrado por los grupos políticos, fuerzas sociales y medios de comunicación que han unido su voz frente a la agresión que a todos nos afecta.

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