Vida y obra de Azaña

Proclamación de la República. Azaña en el Gobierno: 1931-1933

En diciembre de 1930, tras la sublevación de Jaca, Azaña se oculta y comienza a escribir Fresdeval, que deja inconclusa.

En el Gobierno Provisional, presidido por Niceto Alcalá-Zamora, es nombrado ministro de la Guerra. Impulsa la reforma del ejército y en octubre de 1931, suma a la cartera de Guerra la presidencia del Gobierno.

En diciembre de 1931 se aprueba la Constitución, una de las más avanzadas de su tiempo (reconoce el sufragio femenino, el laicismo del Estado y "la renuncia a la guerra como instrumento de política nacional").

Azaña se ve confirmado como presidente del Gobierno y comienza su identificación con la República, mientras la prensa satírica de derechas le denigra constantemente.

Tras superar el golpe del general Sanjurjo, en agosto de 1932, las Cortes aprueban el Estatuto de Cataluña y la Ley de Reforma Agraria.

Su Gobierno puso en marcha un ambicioso plan de obras públicas: inauguró Nuevos Ministerios y la prolongación del Paseo de la Castellana, comenzó las obras del cuartel del Goloso y del puerto de Bermeo, y se crearon nuevas líneas de autobuses y ampliaciones del metro de Madrid.

También se desarrolló una intensa actividad cultural: se impulsaron las Misiones Pedagógicas, se inauguró el Museo Sorolla y la Escuela Normal de Maestros, se celebró la primera Feria del Libro de Madrid y se reconoció el trabajo de diferentes artistas como Antonia Mercé, La Argentina.

El Gobierno tampoco desatendió las relaciones internacionales: estuvo presente en la Sociedad de Naciones, el primer organismo internacional de la época, se estrecharon lazos con Marruecos, cuyo Jalifa fue recibido en Madrid, y el jefe del Gobierno francés, Édouard Herriot, visitó España en noviembre de 1932.

Palabras de Azaña

España renuncia a la guerra como instrumento de política nacional.

Artículo 6 de la Constitución de 1931.

Sobre la relación institucional Iglesia-Estado:

España ha dejado de ser católica: el problema político consiguiente es organizar el Estado en forma tal que quede adecuado a esta fase nueva e histórica del pueblo español.

Sesión de Cortes, 13 de octubre de 1931.

Sobre Cataluña:

La República sin una Cataluña republicana, sería una República claudicante y débil; pero Cataluña sin una República liberal como la nuestra, sería mucho menos libre de lo que puede ser; de suerte que están vuestra libertad y la República, y la República y las libertades catalanas, indisolublemente unidas: ni una podría existir sin la otra, ni nadie atentaría a la una, sin atentar inmediatamente a la otra.

… la implantación de la autonomía en Cataluña, y pronto la de otros pueblos peninsulares en las modalidades que les sean propias […] no significan ruptura […] es todo lo contrario.

Es fundar la colaboración […] en el deseo de poner el nombre de España y de todas sus partes o personalidades propias bien articuladas en el lugar en que todos estamos obligados a llevar el nombre de la ínclita raza de que todos venimos.

La República y la autonomía de Cataluña.

Discurso pronunciado en la Plaza de la República. Barcelona, 26 de septiembre de 1932.

Sobre la conjunción republicano-socialista:

… mi experiencia de gobernar con los socialistas tiene interés para todo el mundo, porque si saliera bien probaría que se puede hacer la inevitable transformación de la sociedad moderna sin la necesidad de una revolución.

Memorias. Anotación 5 de febrero de 1933 (Segundo Cuaderno robado).